martes, 28 de abril de 2020

En la orilla del aire.

En la orilla del aire
(¿qué decir, qué hacer?)
hay todavía una mujer.

En el monte, extendida
sobre la yerba,
si buscamos bien:
una mujer.

Bajo el agua, en el agua.
abre, enciende los ojos,
mírala bien.

Algas, ramas de paces,
ajos de náufragos,
flautas de té,
le cantan, la miran bien.

En las minas, perdida,
delgada, sombra también,
raíces de plata obscura
le dan de beber.

A tu espalda, en donde estés,
si vuelves rápido a ver
la ves.

En el aire hay siempre oculta
como una hoja en un árbol
una mujer.

jueves, 16 de abril de 2020

Qué risueño contacto

¡Qué risueño contacto el de tus ojos,
ligeros como palomas asustadas a la orilla del agua!
¡Qué rápido contacto el de tus ojos
con mi mirada!

¿Quién eres tú? ¡Qué importa!
A pesar de ti misma,
hay en tus ojos una breve palabra
enigmática.
No quiero saberla. Me gustas
mirándome de lado, escondida, asustada.
Así puedo pensar que huyes de algo,
de mí o de ti, de nada,
de esas tentaciones que dicen que persiguen a la mujer casada.

Foto de instagram: tabatamenegon

sábado, 11 de abril de 2020

Caprichos

1
La niña toca el piano
mientras un gato la mira.
En la pared hay un cuadro
con una flor amarilla.
La niña morena y flaca
le pega al piano y lo mira
mientras un duende le jala
las trenzas y la risa.
La niña y el piano siguen
en la casa vacía.

2
El cielo estaba en las nubes
y las nubes en los pájaros,
los pájaros en el aire
y el aire sobre sus manos.

La yerba le acariciaba
ásperamente los labios
y sus ojos le contaban
una tristeza de algo:
como ropa de mujer
tendida, limpia, en el campo.

3
Llenas de tierra las manos
y los ojos llenos de agua,
voy a decirte un secreto:
no tengo casa.
No, no tengo casa.

Desabróchame la piel
de la espalda
y úntame yodo y arena
para borrar esa marca.
Tengo una marca.

No dejes en el cuello
la garganta
callándose tanto tiempo
lo de mi casa.
Que me duele, de veras,
no tener casa.

miércoles, 8 de abril de 2020

En la sombra estaban sus ojos

En la sombra estaban sus ojos
y sus ojos estaban vacíos
y asustados y dulces y buenos
y fríos.

Allí estaban sus ojos y estaban
en su rostro callado y silencioso
y su rostro tenía sus ojos
tranquilos.

No miraban, miraban, qué solos
y qué tiernos de espanto, qué míos,
me dejaban su boca en mis labios
y lloraban un aire perdido
y sin llanto y abiertos y ausentes
y distantes distantes y heridos
en la sombra en que estaban, estaban
callados, vacíos.

Y una niña en sus ojos sin nadie
se asombra sin nada a los míos
y callaba y miraba y callaba
y sus ojos abiertos y limpios,
piedra de agua, me estaban mirando
más allá de mis ojos sin niños
y qué solos estaban, qué tristes,
qué limpios.

Y en la sombra en que estaban sus ojos
y en el aire sin nadie, afligido,
allí estaban sus ojos y estaban
vacíos.

Photo Instagram: mingvisual