martes, 5 de enero de 2016

Lento, amargo animal

Lento, amargo animal
que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento 
que en la primera generación del hombre pedía a Dios. 

Amargo como esos minerales amargos 
que en las noches de exacta soledad 
-maldita y arruinada soledad 
sin uno mismo-
trepan a la garganta 
y, costras de silencio, 
asfixian, matan, resucitan. 

Amargo como esa voz amarga 
prenatal, presubstancial, que dijo 
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino, 
que murió nuestra muerte, 
y que en todo momento descubrimos. 

Amargo desde dentro 
desde lo que no soy 
-mi piel como mi lengua-
desde el primer viviente, 
anuncio y profecía. 

Lento desde hace siglos, 
remoto -nada hay detrás-,
lejano, lejos, desconocido. 

Lento, amargo animal 
que soy, que he sido.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario