domingo, 11 de diciembre de 2016

El llanto fracasado

Roto, casi ciego, rabioso, aniquilado,
hueco como un tambor al que golpea la vida,
sin nadie pero solo,
respondiendo las mismas palabras para las mismas cosas de siempre,
muriendo absurdamente, llorando como niña, asqueado.
He aquí este que queda, el que me queda todavía.
Háblenle de esperanza,
díganle lo que saben ustedes, lo que ignoran,
una palabra de alegría, otra de amor, que sueñe.

Todos los animales sobre la tierra duermen.
Sólo el hombre no duerme.
¿Han visto ustedes un gesto de ternura en el rostro de un loco dormido?
¿Han visto un perro soñando con gaviotas?
¿Qué han visto?

Nadie sino el hombre pudo inventar el suicidio.
Las piedras mueren de muerte natural.
El agua no muere.
Sólo el hombre pudo inventar para el día la noche,
el hambre para el pan,
las rosas para la poesía.

Mortalmente triste sólo he visto un gato, un día, agonizando.
Yo no tengo la culpa de mis manos: es ella.
Pero no fue escrito:
Te faltará una mujer para cada día de amor.
Andarás, te dijeron, de un lado a otro de la muerte buscándote.
La vida no es fácil.
Es más fácil llorar, arrepentirse.

En Dios descansa el hombre,
pero mi corazón no descansa,
no descansa mi muerte,
el día y la noche no descansan.

Diariamente se levantan los montes, el cielo se ilumina,
el mar sube hacia el mar,
los árboles llegan hasta los pájaros.
Sólo yo no me alumbro, no me levanto.

Háblenle de tragedias a un pescado.
A mí no me hagan caso,
yo me río de ustedes que piensan que soy triste
como si la soledad o mi zapato
me apretaran el alma.

La yugular es la vena de la mujer.
Allí recibe al hombre.
Las mujeres se abren bajo el peso del hombre como el mar bajo un muerto,
lo sepultan, lo envuelven,
lo incrustan en ovarios interminables,
lo hacen hijos e hijos...
Ellas quedan de pie,
paren de pie, esperando.

No me digan ustedes en donde están mis ojos
pregunten hacia dónde va mi corazón.

Les dejaré una cosa el día último,
la cosa más inútil y más amada de mí mismo,
la que soy yo y se mueve, inmóvil para entonces,
rota definitivamente.
Pero les dejaré también una palabra,
la que no he dicho aquí, inútil, amada.

Ahora el sol vuelve a dejarnos.
La tarde se cansa, descansa sobre el suelo, envejece.
Trenes distantes, voces, hasta campanas suenan.
Nada a pasado.



lunes, 28 de noviembre de 2016

De la muerte

Enterradla.
Hay muchos hombres quietos, bajo tierra,
que han de cuidarla.
No la dejéis aquí.
Enterradla.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Tú tienes lo que busco.

Tú tienes lo que busco, lo que deseo, lo que amo,
tú lo tienes.
El puño de mi corazón está golpeando, llamando.
Te agradezco a los cuentos,
doy gracias a tu madre y a tu padre,
y a la muerte que no te ha visto.
Te agradezco al aire.
Eres esbelta como el trigo,
frágil, como la línea.
Nunca he amado a una mujer delgada
pero tú has enamorado mis manos,
ataste mi deseo,
cogiste mis ojos como dos peces.
Por eso estoy a tu puerta, esperando.


 

miércoles, 31 de agosto de 2016

Me tienes en tus manos.

Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.
Sabes que lo yo ignoro
y me dices las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mi mismo.
Eres como un milagro a todas horas,
como un dolor sin sitio.
Si no fueras mujer fueras mi amigo.
A veces quiero hablarte de mujeres
que a un lado tuyo persigo.
Eres como el perdón
y yo soy como tu hijo.
¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y que ausente
cuando a la soledad te sacrifico!
Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta que arribo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte amor mío.



miércoles, 10 de agosto de 2016

No sé, a estás alturas.

I

No sé, a estas alturas, cómo decir las cosas que suceden.
Soy un poco apagado, un poco triste,
un poco incrédulo y vacío.
Dejé pasar tres meses apropósito
para mirar en mí, mirarte lejos,
sano y salvo de ti. Cuba caliente.
(He aquí el primer error. No quiero atarme
ni a las palabras ni al ritmo.
Líbreme Dios de mí
igual que me he librado de Dios.)

Suscribo lo que dice la prensa reaccionaria del mundo.
(Así iba a empezar.)
En Cuba hay privaciones, hay escasez, no hay pollos,
no hay vestidos suntuosos ni automóviles último modelo,
hay pocas medicinas y mucho trabajo para todos.
Suscribo esto.

Quiero aclarar que no me paga un sueldo el partido comunista,
ni recibo dólares de la embajada norteamericana
(¡Qué bien la están haciendo los gringos
en Vietnam y en Santo Domingo!)
No acostumbro meterme en la poesía política
ni trato de arreglar el mundo.
Más bien soy un burgués acomodado a todo,
a la vida, a la muerte y a la desesperanza.
No tengo hábitos sanos
ni he aprendido a reír ni a conversar con nadie.

Soy un poco de todo,
y pienso que si fuera un buque pirata
sería lo mismo el capitán que el cocinero.


domingo, 24 de abril de 2016

De la ilusión

Escribiste en la tabla de mi corazón:
desea.
Y yo anduve días y días
loco y aromado y triste.



lunes, 18 de abril de 2016

La cojita está embarazada.


La cojita está embarazada.
Se muve trabajosamente,



La cojita está embarazada.
Se mueve trabajosamente,
pero qué dulce mirada
mira de frente.

Se le agrandaron los ojos
como si su niño
también le creciera en ellos
pequeño y limpio.
A veces se queda viendo
quién sabe qué cosas
que sus ojos blancos
se le vuelven rosas.

Anda entre toda la gente trabajosamente.
No puede disimular,
pero, a punto de llorar,
la cojita, de repente,
se mira el vientre
y ríe. Y ríe la gente.

La cojita está embarazada
ahorita está en su balcón
y yo creo que se alegra
cantándose una canción:
«cojita del pie derecho
y también del corazón».

viernes, 8 de abril de 2016

De la noche

En la amorosa noche en que me aflijo.
Le pido su secreto,
la interrogo en mi sangre largamente.
Ella no me responde
y hace como mi madre, que me cierra los ojos sin oírme.



domingo, 20 de marzo de 2016

Del dolor

Había sido escrito en el primer testamento del hombre:
no lo desprecies porque ha de enseñarte muchas cosas.
Hospédalo en tu corazón está noche.
Al amanecer ha de irse. Pero no olvidarás
lo que te dijo desde la dura sombra.




viernes, 11 de marzo de 2016

DE LA ESPERANZA

Entreteneos aquí con la esperanza.
El júbilo del día que vendrá
os germina en los ojos como una luz reciente.
Pero ese día que vendrá no ha de venir: es éste.



miércoles, 2 de marzo de 2016

DEL MITO.

Mi madre me contó que yo lloré en su vientre.
A ella le dijeron: tendrá suerte.

Alguien me habló todos los días de mi vida
al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte.

martes, 23 de febrero de 2016

Nada. Que no se puede decir nada.

Nada. Que no se puede decir nada.
Déjenme hablar ahora; no es posible.
Quiero decir que eso, que lo otro, que todo
aquí me tiene muerto, medio muerto, llorando.
Porque nos pasa a veces, nos sucede que el mundo
-no sólo el mundo- se complica, se amarga,
se vuelve de te repente un niño sin cabeza,
idiota, idiota, idiota.
Y el café ya no sirve, ni el cigarro,
ni hablar de soledad, de insomnio, de locura,
ni el lamentar a voces el corazón de rana que uno tiene en el pecho,
ni el sollozar tan largo que nadie nos escuche.
Es cierto que la paz, que el equilibrio,
que el cielo tonto y puro,
es cierto, es cierto.
Pero si soy este que soy, ¿qué queda?
No es que alguna mujer -puede que sea-
nos haga falta ahora.
(Una mujer. Quién sabe. A veces nos ocurre
pensar que estamos solos.)
Es que el día renace,
Es que la noche sobrevive.
En que mis ojos, lejos, en un frasco
-peces de luz entonces, devorando.
Hay muchas cosas que no alcanzo.
El frío. ¿Pero qué cosa alcanzo?
No miro ya. No toco. No he llorado.
Mentira que yo llore. No es posible.
No se puede decir nada ni tanto.
El frío. El frío parece, sí,
una viuda llorando.




jueves, 18 de febrero de 2016

Del corazón del hombre

He mirado a estas horas muchas cosas sobre la tierra
y sólo me ha dolido el corazón del hombre.
Sueña y no descansa.
No tiene casa sobre el mundo.
Es solo.
Se apoya en Dios o cae sobre la muerte
pero no descansa.

El corazón del hombre sueña
y anda solo en la tierra
a lo largo de los días, perpetuamente.

Es una mala jugada.


domingo, 14 de febrero de 2016

Mi corazón emprende.

Mi corazón emprende de mi cuerpo a tu cuerpo
último viaje.
Retoño de la luz,
agua de las edades en que en ti, perdida, nace.
Ven a mi sed. Ahora.
Después de todo. Antes.
Ven a mi larga sed entretenida
en bocas, escasos manantiales.
Quiero esa arpa honda que en tu vientre
arrulla niños salvajes.
Quiero esa tensa humedad que te palpita,
esa humedad de agua que te arde.
Mujer, músculo suave.
La piel de un beso entre tus senos
de obscurecido oleaje
me navega en la boca
y mide mi sangre.
Tú también. Y no es tarde.
Aún podemos morirnos uno en otro:
es tuyo y mío ese lugar de nadie.
mujer, ternura de odio, antigua madre,
quiero entrar, penetrarte,
veneno, llama, ausencia,
mar amargo y amargo, atravesarte.
Cada célula es hembra, tierra abierta.
agua abierta, cosa que se abre.
Yo nací para entrarte.
Soy la flecha en el lomo de la gacela agonizante.
Por conocerte estoy,
grano de angustia en el corazón de ave.
Yo estaré sobre ti, y todas las mujeres
tendrán un hombre encima en todas partes.



domingo, 7 de febrero de 2016

Miss X

Miss X, sí, la menuda miss Equis,
llegó, por fin a mi esperanza:
alrededor de sus ojos,
breve, infinita, sin saber nada.
Es ágil y limpia como el viento
tierno de la madrugada,
alegre y suave y honda
como la yerba bajo el agua.
Se pone triste a veces
con esa tristeza mural que en su cara
hace ídolos rápidos
y dibuja preocupados fantasmas.
Yo creo que es como una niña
preguntándole cosas a una anciana,
como un burrito atrolondado
entrando a una ciudad, lleno de paja.
Tiene también una mujer madura
que le asusta de pronto la mirada
y le mueve dentro le deshace
a mordidas de llanto las entrañas.
Miss X, sí, la que me ríe
y no quiere decir como se llama,
me ha dicho ahora, de pie sobre su sombra,
que me ama pero que no me ama.
Yo la dejo que mueva la cabeza
diciendo no y no, que así se cansa,
y mi beso en su mano le germina
bajo la piel en paz semillas de alas.
Ayer la luz estuvo
todo el día mojada,
y Miss X salió con una capa
sobre sus hombros, leve, enamorada.

Nunca ha sido tan niña, nunca
amante en el tiempo tan amada.
El pelo le cayó sobre la frente,
sobre sus ojos, mi alma.

La tomé de la mano, y anduvimos
toda la tarde de agua.

¡Ah, Miss X, Miss X, escondida
flor del alba!

Usted no la amará, señor, no sabe.
Yo la veré mañana.


domingo, 31 de enero de 2016

Entresuelo

Un ropero, un espejo, una silla,
ninguna estrella, mi cuarto, una ventana,
la noche como siempre, y yo sin hambre,
como un chicle y un sueño, una esperanza.
Hay muchos hombres fuera, en todas partes,
y más allá de la niebla, la mañana.
Hay árboles helados, tierra seca,
peces fijos idénticos al agua,
nidos durmiendo bajo las tibias palomas.
Aquí, no hay una mujer. Me falta.
Mi corazón desde hace días quiere hincarse
bajo alguna caricia, una palabra.
Es áspera la noche. Contra muros, la sombra
lenta como los muertos, se arrastra.
Esa mujer y yo estuvimos pegados con agua.
Su piel sobre mis huesos
y mis ojos dentro de su mirada.
Nos hemos muerto muchas veces
al pie del alba.
Recuerdo que recuerdo su nombre,
sus labios, su transparente falda.
Tiene los pechos dulces, y de un lugar
a otro de su cuerpo hay una gran distancia:
de pezón  a pezón cien labios y una hora,
de pupila a pupila un corazón, dos lágrimas.
Yo la quiero hasta el fondo de todos los abismos,
hasta el último vuelo de la última ala,
cuando la carne toda no sea carne, ni alma
sea alma.
Es preciso querer. Yo ya lo sé. La quiero.
¡Es tan dura, tan tibia, tan clara!
Esta noche me falta.
Sube un violín desde la calle hasta mi cama.
Ayer miré dos niños que ante un escaparate
de maniquíes desnudos se peinaban.
El silbato del tren me preocupo tres años,
hoy sé que es una maquina.
Ningún adiós mejor que el de todos los días
a cada cosa, en cada instante, alta la sangre iluminada.

Desamparada sangre, noche blanda,
tabaco del insomnio, triste cama.

Yo me voy a otra parte.
Y me llevo mi mano, que tanto escribe y habla.


 

lunes, 18 de enero de 2016

Sitio De Amor.

Sitio de amor, lugar en que he vivido
de lejos, tú, ignorada,
amada que he callado, mirada que no he visto,
mentira que me dije y no he creído:

en está hora en que los dos, sin ambos,
a llanto y odio y muerte nos quisimos,
estoy, no sé si estoy, ¡si yo estuviera!,
queriéndote, llorándome, perdido.

    (Ésta es la última vez que yo te quiero.
    En serio te lo digo.)

Cosas que no conozco, que no he aprendido,
contigo, ahora, aquí, las he aprendido.

En ti creció mi corazón.
En ti mi angustia se hizo.
Amada, lugar en que descanso,
silencio en que me aflijo.

    (Cuando miro tus ojos
    pienso en un hijo.)

Hay horas, horas, horas, en que estás tan ausente
que todo te lo digo.

Tu corazón a flor de piel, tus manos,
tu sonrisa perdida alrededor de un grito,
ese tu corazón de nuevo, tan pobre, tan sencillo,
y ese andar buscándome por donde yo no he ido:
todo eso que tú haces y no haces a veces
es como para estarse peleando contigo.

Niña de los espantos, mi corazón caído,
ya ves, amada, niña, qué cosas digo.



domingo, 17 de enero de 2016

Uno es el hombre.

Uno es el hombre.
Uno no sabe nada de esas cosas qué los poetas, los ciegos, las rameras,
llaman "misterio", temen y lamentan.
Uno nació desnudo, sucio,
en la humedad directa,
y no bebió metáforas de leche,
y no vivió sino en la tierra.
(La tierra que es la tierra y es el cielo
como la rosa rosa pero piedra).

Uno apenas es una cosa cierta
que se deja vivir, morir apenas,
y olvida cada instante, de tal modo
que cada instante, nuevo, lo sorprenda.

Uno es algo que vive,
algo que busca pero encuentra,
algo como hombre o como Dios o yerba
que en el duro saber lo de este mundo
halla milagro en la actitud primera.

Fácil el tiempo ya, fácil la muerte,
fácil y rigurosa y verdadera
toda intención de amor que nos habita
y toda soledad que nos penetra.
Aquí está todo, aquí. Y el corazón aprende
-alegría y dolor- toda presencia;
el corazón constante, equilibrado y bueno,
se vacía y se llena.

Uno es el hombre que anda por la tierra y descubre la luz y dice: es buena,
la realiza en lo ojos y la entrega a la rama del árbol, al río, a la ciudad,
al sueño, a la esperanza y a la espera.

Uno es ese destino que penetra
la piel de Dios a veces,
y se confunde en todo y se dispersa.

Uno es el agua de la sed que tiene,
el silencio que calla nuestra lengua,
el pan, la sal, y la amorosa urgencia
de aire movido a cada célula.

Uno es el hombre -lo han llamado hombre-
que lo ve todo abierto, y calla, y entra.



jueves, 14 de enero de 2016

La Tovarich.

I


Es mi cuarto, mi noche, mi cigarro.
Hora de Dios creciente.
Obscuro hueco aquí bajo mis manos.
Invento mi cuerpo, tiempo,
y ruinas de mi voz en mi garganta.
Apagado silencio.

He aquí que me desnudo para habitar mi muerte.

Sombras en llamas hay bajo mis párpados. 
Penetro en la oquedad sin palabra posible,
en esa inimaginable orfandad de la luz
donde todo es incierto, aproximado afán y cercanía.

Margie (Maryi) se llama.

Estaba yo con Dios desde el principio.
El puso en mi corazón imposibles imágenes
y una gran libertad desconocida.

Voces llenas de ojos en el aire
corren la obscuridad, muros transitan.
(Lamento abandonado en una banqueta.
Un grito, a las once, buscando un policía.)
En el cuarto vecino dos amantes de matan.
Y la música a pedradas quiebra los cristales,
rompe mujeres en cinta.
En paz, sereno,
fumo mi nombre, recuerdo.

Porque caí, como una piedra en el agua,
o una hoja en el agua,
o un suspiro en el agua.

Caí como un ojo en una lágrima.

Y me sentí varón para toda humedad,
suave en cualquier ternura,
lento en todo callar.
Fui el primero -hasta el último-
en ser amor y olvido,
ni amor ni olvido.
(Porque soles opuestos...
Siempre el mismo y distinto.
Igual que sangre en círculo, al corazón, igual.)

El porvenir que cae me filtra hasta perderse.
Yo soy: ahora, aquí, siempre, jamás.

Un barranco y un ave.
(Dos alas caminan en el aire
y en medio un madrigal.)

Un barranco.
(Ya no lo dijo. Calló, de pronto,
hoscamente, para callar.)

Un
(quién sabe. Yo).

Cualquier cosa que se diga es verdad.
Antes de mi suicidio estuve en un panal.

(Rosa -Maryi  que ya rosal,
cualquier muerte es mortal.)

Ahora voy a llorar.

II


Pero nací también (porque nací)
al sexto sol del día,
en el último vientre de mi madre.
(Mi madre es mujer
y no tuvo ningún que ver con Dios.)
Hasta agotar sus senos me desprendí
(leche de flor bebí).
Mi padre me dijo: Levántate y anda
a la escuela.

No lo he olvidado:
aire, piedra deshecha por una decepción,
río, el alba antes de abrir los ojos
montaña, el cielo sembrado de árboles,
vuelo, amor.

A los quince ya sabía deletrear una mujer,
(A la orilla del tren capullos de luciérnagas maduraban luces, hojas. Ausencia.)

Yo traía un amor reteadentro,
sin hablar, al fracaso.
Uva de soledad.
Sin luna el mar.

Algas en el subsuelo de mis ojos.
(Mudé de piel a cada caricia.)


III


Margie, la luna es rusa.
El cuello de Margie es alto y blanco,
como de blando oro blanco. Ducal.
Y en sus redondos cabellos
mi mirada sueña.

Cuando me mira -algún día podría mirarme-
la conozco de rosa a abril.

Yo me moriría, si pudiera morirme,
al pie de sus ojos en sazón.
(Porque me duelen las manos de tanto no tocarla,
me duele el aire herido que aveces soy.)


IV


Palabras para el fin:
Hebra de anhelo, sol menguante.
Ovejas en la tarde sur.
Tibia la mansa hora de dormir.

Que todos mueran a tiempo, Señor,
que gocen, que sufran hoy.

Desampárame, Señor,
que no sepan quién soy.

Levanta las estrellas y acuesta el reloj.

...Y fue en el día último cuando Se hizo Dios.


V


Amanece de tarde. Sin sol.
(Para sus manos un guante: mi corazón.)

Yo le hubiera injertado mis labios
en sus muslos, de dos en dos.

Ya no me alegro de mí cuando estoy triste.
Apenas frío. Minuto en ron.

A lo largo de mi todos los muertos
bien muertos son.
(A las 5. Puntuales.
En el  número 5 del panteón.)

Y la tarde nerviosa, se sacudió
el rocío llorón.


VI

Entonces se enviaban suspiros en las rosas,
besos-palomas de balcón a balcón.
Pero la sucia noche revolvía los alfileres,
sabanas, rezos, cruces, luto de amor.

Caras agrias, en sombra, el deseo encendió.
(¡Cuántos hijos tirados en paredes,
pañuelos, muslos, manos, por Dios!)

Muro de agua, la angustia, se levantó.
Humo rojo en mis venas. Transfigurado cielo.
De polvo a polvo soy.



VII


Mina de minerales obscuros, de ciegos diamantes
tala de esmeraldas.
Agua tierna del pájaro
(húmedas ya de música las ramas),
buches de piedras que hace la pequeña cascada.

Milperío de tortillas para el indio,
indios de amor quemado y brazos todavía
(le podan las esperanzas a su genealogía)

Una vereda buscando la llanura.
Y una brizna en mis ojos, de agua dura.  



VIII

Magia de amor errante.
Fantasma, sombra, umbral.

Algo que soy, me viene  a llevar.

(Hay un aroma obscuro
desde su cuello musical.)

Eso que nunca he dicho
empiezo a callar.

¡Lleva ya tanto tiempo
de ser fugaz!

(Le prestaré mis ojos
cuando quiera llorar.)

¡Cómo el viento en retazos,
cómo la lleva en granos,
cómo de azul cristal! 



miércoles, 13 de enero de 2016

Es la sombra del agua.

Es la sombra del agua
y el eco de un suspiro,
rastro de una mirada,
memoria de una ausencia,
desnudo de mujer detrás de un vidrio.

Está encerrada, muerta -dedo
del corazón, ella es tu anillo-,
distante del misterio,
fácil como un niño.

Gotas de luz llenaron
ojos vacíos,
y un cuerpo de hojas y alas
se fue al rocío.

Tómala con los ojos,
llénala ahora, amor mío.
Es tuya como de nadie,
tuya como del suicidio.

Piedras que hundí en el aire,
maderas que ahogué en el río,
ved mi corazón flotando sobre su cuerpo sencillo.



martes, 12 de enero de 2016

Me gustó que lloraras.

Me gustó que lloraras;
¡Qué blandos ojos
sobre tu falda!

No sé. Pero tenías
de todas partes, largas
mujeres, negras aguas.

Quise decirte: hermana.
Para incestar contigo
rosas y lágrimas.

Duele bastante, es cierto,
todo lo que se alcanza.
Es cierto, duele
no tener nada.

¡Qué lindas estás, tristeza,
cuando así callas!
¡Sácale con un beso
todas las lágrimas!

¡Que el tiempo, ah,
te hiciera una estatua!



lunes, 11 de enero de 2016

Yo no lo sé de cierto.

Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
algún día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra que penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.

Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.

(Yo no lo sé de cierto, lo supongo.)





jueves, 7 de enero de 2016

Vieja la noche.

Vieja la noche, vieja,
largo mi corazón antiguo.

¡Qué brazos adentro
del pecho, fríos,
se mueven, me buscan,
viejo amor mío!

La noche, vieja, cae
como un lento martirio,
sombra y estrella, hueco
del pecho mío.

Y yo entre tanto, ausente
de mi martirio,
entro en la noche, busco
su cuerpo frío.

No hay luna, locos,
desde hace siglos.
Sólo un breve milagro
cuando hace frío.

Me busca, viejo, el llanto,
y, sombra, río.



miércoles, 6 de enero de 2016

Sombra, no sé, la sombra.

Sombra, no sé, la sombra
herida que me habita,
el eco.
(Soy el eco del grito que sería).
Estatua de luz hecha pedazos,
desmoronada en mí;
en mí la mía,
la soledad me invade paso a paso
mi voz, y lo que quiero, y lo que haría.
Éste que fui, prestado
a la eternidad,
cuando nací moría.
Surgió, surgí dentro del sol
al efímero viento
en que amanece el día.
Hombre. No sé. Sombra de Dios
perdida.
Sobre el tiempo, sin Dios,
sombra, su sombra todavía.
Ciega, sin ojos, ciega,
-no busca a nadie,
espera-
camina.



 


martes, 5 de enero de 2016

Lento, amargo animal

Lento, amargo animal
que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento 
que en la primera generación del hombre pedía a Dios. 

Amargo como esos minerales amargos 
que en las noches de exacta soledad 
-maldita y arruinada soledad 
sin uno mismo-
trepan a la garganta 
y, costras de silencio, 
asfixian, matan, resucitan. 

Amargo como esa voz amarga 
prenatal, presubstancial, que dijo 
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino, 
que murió nuestra muerte, 
y que en todo momento descubrimos. 

Amargo desde dentro 
desde lo que no soy 
-mi piel como mi lengua-
desde el primer viviente, 
anuncio y profecía. 

Lento desde hace siglos, 
remoto -nada hay detrás-,
lejano, lejos, desconocido. 

Lento, amargo animal 
que soy, que he sido.



Horal.

El mar se mide por olas,
el  cielo por alas,
nosotros por lagrimas,

El aire descansa en las hojas,
el agua en los ojos,
nosotros en nada.

Parece que sales y soles,
nosotros y nada...





lunes, 4 de enero de 2016

El Día.


Amaneció sin ella.
Apenas si se mueve.
Recuerda.

(Mis ojos, más delgados,
la sueñan.)

¡Qué fácil es la ausencia!

En las hojas del tiempo
esa gota del día 
resbala, tiembla.